viernes, 2 de septiembre de 2016

Politica de alianzas de Ukamau


Este documento es producto de las discusiones coyuntura politica del nucleo politico de Ukamau desde el año 2010. Creemos que es un buen momento para hacerlo publico, pues en el se explican el porque de nuestra politica de alianza en la actual
Lo ponemos a disposicion publica para su discusion, critica o enriquecimiento. Creemos que estos años de lucha constante nos han dejado una rica experiencia que hoy debemos poner a disposición del conjunto del pueblo.

 

El Bloque histórico de las clases dominantes.
 
Un bloque dominante o bloque histórico es, a grandes rasgos, una alianza política, que aparece en un determinado momento histórico, y que integra diversas fuerzas sociales, políticas, económicas, militares, ideológicas y culturales, que logran en ese momento determinado superar sus contradicciones o conflictos parciales, en función de resolver juntas una contradicción o conflicto mayor, que las afecta a todas por igual –aunque con distinta intensidad- y que es vital para cada una de ellas.
Esta solución al problema fundamental surge a partir de una negociación entre estas distintas fuerzas, a partir de la posición y los intereses de cada una, a partir de la fuerza que cada una logró acumular en forma previa a la negociación, y en la perspectiva de las amenazas que logran identificar, de no resolverse el problema fundamental de acuerdo a sus intereses principales. 
Decimos que es un bloque dominante, porque la solución negociada al conflicto fundamental surge en oposición a otras fuerzas sociales, económicas, políticas, ideológicas, militares, culturales, que tienen intereses distintos y pueden intentar soluciones alternativas al conflicto fundamental.
Se hace dominante, en la medida en que la solución encontrada debe ser acatada por todos los integrantes del bloque, e impuesta con éxito sobre los que no están integrados a él. Acatamiento e imposición que se logra a través de las leyes. También, si es necesario, a través de la fuerza de las armas. Pero, principalmente, esta imposición se logra a través de las ideas y de la cultura. A través del consenso.
Cuando se logra constituir un bloque histórico que logra subordinar eficientemente a las clases dominadas, decimos además que se abre un período de estabilización en la lucha de clases.
Este bloque dominante, decimos también que es un bloque histórico, porque la alianza que representa da solución a un problema o conflicto social en un momento determinado de la historia política y social de un país. Responde a ese momento, y en la medida en que la situación política cambia, va cambiando la situación de cada una de esas fuerzas originales y de las que están fuera del bloque, generándose nuevas realidades que tensionan al bloque, que hacen que su dirección política pase de una fuerza a otra, de un sector social a otro, que lo desgastan y eventualmente, que pueden significar la modificación o cambio sustancial del bloque, para hacer frente a nuevas realidades, o incluso su destrucción, al ser incapaz de resolver los nuevos desafíos que la situación política le presenta.
Esta destrucción puede abrir una etapa de vacío de poder, pero necesariamente ese vacío será llenado, o por los restos del viejo bloque en el poder que intenta hacerse nuevamente dominante, o por un nuevo bloque histórico que representa otras fuerzas políticas, sociales, ideológicas, militares, culturales, que se han vuelto dominantes.
II.                 La conformación de un bloque histórico en Chile (1986-2013)
En Chile se formó un bloque de este tipo aproximadamente desde 1986 en adelante.
La fuerza con mayor poder económico, político y militar, eran los grandes grupos económicos y las empresas transnacionales presentes en el país. Controlaban en los hechos la economía, y la dictadura militar, a través del Estado y sus FF.AA., defendía férreamente sus intereses, pero cada vez más se convertía en un obstáculo para su desarrollo.
Al frente, estaba la oposición a la dictadura, pero dividida.
Por un lado, un sector también vinculado a grupos empresariales y a empresas transnacionales, a gremios profesionales y a sindicatos poderosos (un poder económico), a la jerarquía de la Iglesia Católica, a la Masonería (que son grupos de poder ideológicos) y a gobiernos “democráticos” y capitalistas de EEUU, América Latina y Europa (que representan un poder financiero, diplomático y comercial). Este sector estaba representado políticamente por la DC, el PRSD, el PS.
A este sector se le llamaba “oposición burguesa” y para ellos lo fundamental era el retorno a la democracia. Tenían contradicciones o conflictos menores con los grandes grupos económicos y las transnacionales, respecto a la forma de capitalismo dominante en nuestro país, pero en ningún caso se planteaban acabar con él.
Por otro lado, un sector cuya principal fuerza era su propia organización y su fuerte vinculación con organizaciones sindicales, poblacionales y estudiantiles. Este sector estaba representado por el PC/FPMR, el MIR y un sector del PS, actuaba a través del Movimiento Democrático Popular y entre sus formas de lucha se encontraba la lucha armada, que entre 1982 y 1986 logró importantes grados de extensión, desarrollo y radicalidad, convirtiéndose en un problema objetivo para la dictadura.
Este sector era la “oposición democrática popular”, que buscaba también un retorno a la democracia, pero con un contenido de clase popular, que mejorara objetivamente las condiciones de vida y de trabajo del pueblo, que eran dramáticas, y que se hiciera justicia respecto a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura.
El conflicto fundamental para este sector no era Dictadura versus Democracia, como para la oposición burguesa, sino Dictadura y Capitalismo neoliberal versus Pueblo. Por esta razón, era necesario, además de una apertura democrática formal, que se atacara frontalmente la economía neoliberal de la dictadura, reduciendo el poder de los grupos económicos y de las transnacionales.
Como la oposición burguesa y sus aliados veían con verdadera preocupación un ascenso en los niveles de enfrentamiento y una posible salida por abajo a la dictadura, donde ellos no pudieran proteger sus intereses (como en Nicaragua o El Salvador), y como quiera que para los grandes grupos económicos, las transnacionales y los mismos altos mandos militares, lo central no era la forma del régimen político (dictadura o democracia), sino en esencia el mantenimiento del modelo económico implantado en Chile, se abrieron los canales de negociación y articulación conjunta de una salida institucional, que permitiera a la vez aislar, dividir,  dispersar y neutralizar a los sectores democrático populares y consolidar el modelo capitalista neoliberal.
Este proceso fue fortalecido, tanto por la débil acumulación de fuerzas del sector democrático popular, como por la crisis de la izquierda socialista y comunista europea, que se “renovó” abandonando el marxismo y cualquier perspectiva revolucionaria, lo que impactó en Chile a través de la renovación del PS; La renovación de un sector minoritario del MIR, que se fue a incorporar al PS y la posterior crisis, quiebre y dispersión del MIR, y también, la crisis y viraje político de la dirección del PC, que terminó sumándose a la política de la oposición burguesa, no sin que antes un sector renovado se fuera a fundar el PPD y el FPMR se autonomizara.
El resto es historia conocida. De la dictadura se pudo salir en forma pacífica, única y exclusivamente porque hubo una negociación. La correlación de fuerzas se inclinó decididamente hacia el capitalismo monopólico financiero, y se abrió un periodo político de estabilización de la lucha de clases.
Se aceptaron todas las instituciones políticas contempladas en la Constitución de 1980; Se bloqueó cualquier intento de revertir las privatizaciones de empresas públicas; Se aceptó la tesis de la justicia “en la medida de lo posible” y, por tanto, la impunidad; Se mantuvo sin cambios sustanciales el Código Laboral; Se mantuvieron las AFP´s e Isapres; Se aceptó la dictación de la LOCE, cuya primera reforma fue posible gracias a los estudiantes secundarios recién el año 2006; Los nuevos parlamentarios aprobaron la privatización de la minería del cobre...etc. La Concertación terminó representando y gobernando para los intereses de una minoría: los grandes grupos económicos; Se envolvió en la defensa del ex dictador; Fue tolerante con los casos de corrupción, que se extendieron como práctica política, y permanentemente se coludió con los grupos económicos para beneficiarlos a través de las políticas del Estado. 
Las bases sociales de la Concertación, que lucharon con un lápiz o con otros objetos, pero lucharon contra la dictadura, y quisieron creer en que la alegría ya llegaba, esperaron 20 años y terminaron por aburrirse. Más todavía, las nuevas generaciones, que lo único que han conocido han sido sus negociados, y los efectos funestos de sus políticas.
Porque no comprendió el nivel profundo de agotamiento político al que había llegado, y se puso una lápida imponiendo a Eduardo Frei como candidato, la Concertación perdió su mayoría ideológica, perdió su mayoría política, perdió su mayoría moral, perdió su mayoría social y finalmente, terminó por perder su mayoría electoral. La derecha asumió el gobierno en forma prematura, sin tener nada de lo anterior, salvo una mayoría electoral circunstancial, por lo que sólo le ha cabido profundizar la crisis de representación del régimen político.
Esto es de fundamental importancia, porque sólo a partir de este momento es que se hace real la posibilidad de comenzar a construir una alternativa político-electoral a la Concertación y al régimen político neoliberal. No antes. Ahora.
III.              Crisis del bloque dominante y conflictos principales de la situación política
El bloque histórico de las clases dominantes en Chile está muy firme, pero se encuentra en crisis. En la medida en que ha sido más exitoso desde el punto de vista económico, más se profundiza su crisis política.
Después de 20 años, la imagen, la visión de país integrado, justo y de oportunidades de éxito que la Concertación le vendió a la mayoría del país, demostró ser FALSA, y ahora, con un gobierno de derecha, las contradicciones o conflictos de nuestro sistema económico, político y social, han quedado al desnudo:
Crecimiento económico y bienestar social para una minoría, y para la mayoría, o estancamiento económico (clases medias) o empeoramiento económico (trabajadores y sectores populares), y malestar, mucho malestar social.
Para las clases medias: Educación cara y de segunda categoría; Salud cara; Cultura cara; Bencina cara; Vivienda cara; Inseguridad laboral y dobles jornadas; Endeudamiento; Malas jubilaciones y un embudo al revés para su movilidad social.
Para los trabajadores y sectores populares: falta de respeto y de consideración por parte de los funcionarios e instituciones estatales y más todavía, de parte de las empresas y medios de comunicación; “Educación” de contención y control social; Salud deficiente y mala atención; Negación de bienes y servicios culturales; Negación de la Justicia; Criminalización de una generación de jóvenes pobladores; Desprotección e inseguridad; Expulsión a las periferias urbanas; Viviendas de mala calidad y barrios degradados; Desempleo; Inseguridad laboral y previsional; Bajos sueldos; Endeudamiento; Alza sostenida del costo de la vida (inflación);  Pensiones de miseria y, en vez de un embudo, un tapón para su ascenso social.
No hubo crecimiento con equidad, sino crecimiento con desigualdad, y la creación de una red de protección social estatal, más que un componente de justicia, vino a ser un complemento crónico para que la inestabilidad laboral y los bajos sueldos continúen siendo pilares del funcionamiento exitoso del modelo. Más que un subsidio a las familias, es realmente un subsidio a las empresas.
Hablando como profesores de matemáticas: el crecimiento económico en Chile y el éxito de los grandes grupos económicos y transnacionales, es inversamente proporcional al bienestar de la mayoría de los trabajadores y el conjunto del pueblo. O sea, a mayor crecimiento de la economía neoliberal, mayor empeoramiento de la situación de los trabajadores y el pueblo. Así de simple. Y eso no se puede “mejorar”: el neoliberalismo funciona así.
Este es el conflicto o contradicción fundamental del período de estabilización de la lucha de clases, el conflicto de fondo, que cruza nuestro país hoy día y configura su fisonomía: Capitalismo Neoliberal versus Pueblo.
Conflicto o contradicción que surge y se profundiza día a día en la esfera de la producción material, y que explica la progresiva pérdida de hegemonía y legitimidad de la Concertación primero, y del régimen político en su conjunto, después.
Sin embargo, la expresión política de este conflicto fundamental se encuentra bloqueada principalmente por tres factores: La camisa de fuerza del Código Laboral; El control que ejercen los partidos del bloque dominante sobre las organizaciones de trabajadores y, la propia dispersión y desorganización de las organizaciones de trabajadores más conscientes y combativas (O, lo que es lo mismo, su falta de objetivos comunes y unidad).
Esto es lo que impidió el éxito de los movimientos de trabajadores subcontratistas de la minería y las empresas forestales, y es lo que sigue bloqueando la liberación de la tremenda fuerza contenida de los trabajadores.
Ahora, la lucha de clases es como un torrente de agua que se encuentra frente a un obstáculo. Si tiene la fuerza suficiente para superarlo, lo supera. Si no, se estanca hasta tener la fuerza suficiente para encontrar caminos alternativos y seguir su curso.
En el caso de nuestro país, estos caminos alternativos han sido conflictos o contradicciones secundarias, como el descontento, principalmente de las clases medias, con la conducción de la Concertación, que se tradujo en su derrota electoral del 2009; El impacto ambiental negativo del neoliberalismo sobre distintas comunidades, lo que ha llevado a la movilización de muchas poblaciones por la defensa de sus condiciones de vida, y también, el impacto del neoliberalismo sobre la calidad de la educación de los jóvenes, sobre todo de los más pobres, lo que ha lanzado a estos por miles a las calles durante los últimos dos años.
Estos tres conflictos, al desarrollarse, han derivado en un cuarto conflicto o contradicción, que es la expresión principal, en este momento de desarrollo de la situación política, de la contradicción fundamental entre capitalismo neoliberal y pueblo: La contradicción o conflicto entre el Régimen Político Binominal (El duopolio, la oligarquía, la democracia restringida) versus Democracia Ciudadana, que engloba tanto el conflicto o contradicción entre el actual régimen político y la demanda por participación de distintos sectores sociales (Magallanes, Aysén, Calama, Estudiantes secundarios y universitarios), así como el conflicto entre las condiciones tremendamente poco equitativas o igualitarias en que operan los grandes grupos económicos frente a la población común y corriente (HidroAysén, Celco), y los costos que esta última debe pagar en términos de deterioro de sus condiciones de vida (HidroAysén, Freirina, Huasco, Barrancones, Caimanes, Celco, etc.)
Este conflicto o contradicción entre Régimen Político Binominal versus Democracia Ciudadana, engloba también la responsabilidad del Estado –y de los representantes políticos del bloque en el poder- en la denegación de un derecho social como es la educación, y la lucha de clases, no en la esfera de la producción de la riqueza, sino en la de la distribución de la riqueza creada,  respecto a quién decide el uso de los excedentes económicos del Estado: O son apropiados como rentas por parte de los grandes grupos económicos, como hasta ahora,  o democráticamente se define que sean usados en inversión social que permita de una u otra reducir los niveles de desigualdad creados por el neoliberalismo.
Evidentemente, la resolución de esta contradicción o conflicto principal en la coyuntura política a favor de los intereses populares no nos va a llevar directamente al socialismo. Sin embargo, sería tonto subvalorar su importancia, ya que abordar su resolución desde una perspectiva popular –en alianza con otros sectores sociales- es una aproximación indirecta que nos puede permitir atacar, desde la superestructura, por decirlo así,  aspectos estratégicos de funcionamiento del neoliberalismo, y remover los CERROJOS que dificultan la organización y lucha independiente de los trabajadores.
Hay compañeros –los abstencionistas- que consideran cualquier cambio al régimen político binominal sólo un perfeccionamiento de este como instrumento de dominación, sin embargo, olvidan que los mecanismos que protegen al capitalismo neoliberal también son institucionales y pueden ser removidos, por lo que una ampliación “participativa” de la democracia, a través de representantes legislativos, mecanismos plebiscitarios, actos administrativos o de una asamblea constituyente, podría efectivamente derribar algunos de sus pilares de sustentación.
IV.              La construcción de un bloque histórico alternativo o contra-hegemónico al bloque dominante, la contradicción o conflicto fundamental del periodo, la contradicción o conflicto principal en la coyuntura política y su tratamiento por parte de Ukamau.
La única forma de derrotar al bloque hegemónico de las clases dominantes, es construir un bloque contra-hegemónico que logre, a través de su programa y de las distintas alianzas que realice, ir haciéndose dominante. Esto exige identificar cuáles son las potenciales fuerzas sociales (clases y fracciones de clase, y los movimientos sociales, organizaciones y partidos que las representan) que se deben organizar y unir.
Este bloque contra-hegemónico sólo lo será realmente, si logra resolver adecuadamente, acumular fuerzas y proponer en cada caso, la mejor solución a una serie de conflictos o contradicciones parciales provocadas por el funcionamiento del neoliberalismo y del bloque hegemónico de los dueños del poder y la riqueza.
Es un camino por recorrer, que en cada situación concreta exigirá un análisis concreto, para saber cómo acumular mayores fuerzas que nuestros enemigos de clase y dónde y cuándo golpear y dónde y cuándo no.
Renunciar a la construcción de un bloque contra-hegemónico que logre hacerse dominante, sólo lleva a la disolución de nuestra organización en la subordinación al actual bloque dominante, como le está sucediendo al PC, o a convertir a nuestra organización en una secta ideológica más, aislada del conjunto del pueblo y de sus luchas.
Ukamau surge de la experiencia de organización de cientos de pobladores. Somos entonces una organización de pobres urbanos y de trabajadores informales. Ese es nuestro contenido de clase y es la experiencia que podemos aportar, en este momento, como organizacion y como movimiento social, tanto a la lucha de clases en el país, como a la conformación de este bloque contra-hegemónico.
Si queremos que el sector dominante de este bloque contra-hegemónico sean los trabajadores y el pueblo, debemos partir por reconocer, entonces, la extrema debilidad desde la que partimos.
Solos, no podemos. ¿Con quién nos aliamos entonces si queremos construir y fortalecer un polo popular? Esperamos que nos llamen, ¿o hacemos lo necesario por atraer a todos esos otros sectores necesarios a una alianza con nosotros?
Ahora, también debemos reconocer que si bien el principal conflicto o contradicción de fondo del periodo es entre la Capitalismo Neoliberal versus el Pueblo, esta se expresa en la coyuntura, en el momento actual, en un nivel de desarrollo inferior, como Régimen Político Binominal versus Democracia Ciudadana, sobre todo por los sectores movilizados hasta ahora, que han sido principalmente clases medias.
¿Nos restamos de la lucha política por construir el bloque contra-hegemónico en esta coyuntura, siguiendo un camino propio que puede ser una travesía en el desierto, o la aprovechamos para avanzar junto a otros sectores sociales y golpeamos juntos al bloque dominante de los dueños del poder y la riqueza en estos aspectos o conflictos específicos, sin renunciar a seguir fortaleciéndonos para darles donde más les duele, que es el régimen económico?
¿Qué hacemos respecto a otras contradicciones que aparecen hoy como secundarias para nosotros, porque no nos involucran directamente? Cada una de ellas enfrenta a distintos sectores sociales con el actual bloque dominante. ¿Dejaremos que los dueños del poder y la riqueza desactiven uno a uno los conflictos? ¿Esperaremos que les inyecten recursos y los coopten para reconfigurar el bloque hegemónico a su favor? ¿Esperaremos a que sean reprimidos para solidarizarnos con ellos o, por el contrario, haremos todo lo posible para constituir un frente común con ellos y lograr victorias parciales, aunque estemos seguros que más adelante podemos encontrarnos enfrentados, defendiendo intereses opuestos?
V.                Las alianzas se deben realizar en función del conflicto o contradicción principal, y de la necesidad de construir el bloque contra-hegemónico.
La principal expresión política del conflicto fundamental  o contradicción de fondo del periodo (capitalismo neoliberal versus el pueblo), en la actual coyuntura, es régimen político binominal versus democracia ciudadana. Hacia ahí convergen prácticamente todas las contradicciones o conflictos secundarios.
Así como los grandes grupos económicos y las transnacionales son la fracción dominante del empresariado al interior del bloque en el poder, el principal factor de estabilidad del régimen político binominal, como régimen político del bloque histórico de las clases dominantes -su centro de gravedad, por decirlo así-, es la Nueva Mayoria.
Esto significa que, si queremos resolver el problema o contradicción principal a favor de la democracia ciudadana, debemos buscar contribuir a la crisis de la Nueva Mayoria, a su colapso y a su división.
La contradicción o problema, a estas alturas, no es Derecha versus Oposición democrática. Eso es un error y forma parte del engaño necesario para seguir manteniendo el régimen político inalterado.
Tampoco el problema es que debemos derrotar a la derecha, a la Nueva Mayoria, como si pesaran lo mismo y tuvieran la misma significación social y política.
La derecha y la Nueva Mayoria están juntas en el régimen político binominal, son las coaliciones del duopolio y las que construyeron esta democracia restringida. Pero, la derecha siempre ha sido minoritaria social y electoralmente, y ese es el problema que ha tenido para gobernar.
El agente político hegemónico de las clases dominantes fue la Concertación. Fue ella la que ideológicamente subordinó a los trabajadores y a los sectores populares al proyecto histórico del capitalismo neoliberal -por ello logró gobernar más tiempo que la misma dictadura-, y es por ello que sigue siendo el principal factor de estabilidad del régimen político.
Ahora, uno de los primeros pasos para contribuir a la crisis de la Nueva Mayoria, a su colapso y a su división, es construir una alternativa electoral por fuera de ella. Alternativa electoral, que debe formar parte de la construcción del bloque contra-hegemónico.
Esto implica fortalecer un polo o frente político que logre agrupar a todos aquellos movimientos ciudadanos, asamblearios, humanistas, ecologistas, marxistas, progresistas y revolucionarios que están comprometidos con una reforma profunda al régimen político, cuyo carácter sea anti-neoliberal y democrático. Polo o frente político que logre traducirse tanto en fuerza social en las calles, a la vez que también en una fuerza electoral. Polo o frente político que indudablemente va a tener contradicciones en su interior, pero que se debe construir a partir de los acuerdos comunes, que no son pocos a estas alturas.
El camino propio o circunscrito exclusivamente a los trabajadores y sectores populares puede ser atractivo, pero es sectario e inviable electoralmente como herramienta contra la Nueva Mayoria, salvo que nos interese mantenernos en el 1,5%,  y en vez de contribuir a la conformación del bloque contra-hegemónico, diluir el esfuerzo que se necesita realizar ahora, ya que el tiempo que nosotros perdamos lo gana la Nueva Mayoria para reconstituirse, aunque sea con menos del 40% del electorado.
La fortaleza ideológica no se demuestra aislándose para no ser contaminados, ni menos dando por seguro de antemano que otro sector asumirá la conducción de los procesos, sino teniendo claro cuál es nuestro camino y nuestro proyecto y dando la lucha ideológica al interior de la alianza más amplia, para ganar a otros sectores a nuestras posiciones y nuestras propuestas.
Es en este contexto que tiene sentido y viabilidad una política electoral y también, el esfuerzo por desarrollar una vía popular a la Asamblea Constituyente. No es alejando a otras fuerzas como vamos a fortalecernos, porque vamos a necesitar aliados. De lo contrario, cualquier iniciativa constituyente o de reformas políticas parciales se realizará sólo con los actores que actualmente participan del régimen político (Como el acuerdo de reformas constitucionales entre la DC y RN).
Esto lo planteamos en el entendido de que un bloque contra-hegemónico deberá incorporar necesariamente, en la coyuntura actual, expresiones políticas representativas de los sectores perjudicados por el neoliberalismo: Trabajadores, pobladores, estudiantes. Sí. Pero también clases medias, e incluso sectores empresariales no monopólicos, como pymes, que por definición son explotadores de la fuerza de trabajo ajena.
Acá creemos que lo importante no es quién la lleva nominalmente. Que el problema no es de vanidad u orgullo político, sino de tener la claridad respecto a si ese polo popular o frente va hacia donde queremos, si sirve para lo que lo necesitamos, y si podrá lograrlo sólo o, dependiendo de la fuerza que logre acumular, estará en condiciones de seguir profundizando la crisis de la Concertación a través de la negociación incluso con algunos de sus sectores. 
Por esto, para lograr entender la complejidad de los desafíos que implica tanto fortalecer un polo de trabajadores y sectores populares, como construir junto a otras fuerzas sociales un bloque contra-hegemónico, creemos que sería bueno examinar con mayor detenimiento las experiencias de Ecuador, Bolivia o Venezuela, así como la de Argentina, donde precisamente no se logró constituir ni lo uno ni lo otro, a pesar de la crisis profunda y colapso del régimen político argentino el año 2002.
Por otro lado, no habrá unidad ni alianzas posibles si no se basa en la construcción conjunta de un programa. Podemos hacerlo solos también, pero ciertamente un proceso de construcción colectiva es una herramienta del trabajo de alianzas, y puntualmente es en el tema de pobladores que podemos aportar y lograr que otros sectores hagan suyos también nuestros puntos de vista.
Ukamau
Chile
Septiembre del 2011

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